En medio de la tragedia humanitaria que padece Colombia hay un grupo de víctimas casi desconocido, al que no se le presta atención en el país y que raramente figura en los informes oficiales: cerca de 550.000 colombianos que, huyendo de la violencia, han cruzado una frontera internacional y se encuentran en situación de refugiados, casi todos sin reconocimiento legal y casi todos en dos países vecinos, Ecuador y Venezuela. Son los invisibles de la tragedia humanitaria de una nación para la cual esas víctimas del conflicto armado prácticamente no existen.
A escala internacional, el drama de los refugiados colombianos es tan grave como el del desplazamiento interno. En materia de refugio, Colombia comparte el tercer lugar, junto con Sudán, después de Afganistán (3,1 millones de refugiados) e Irak (2,3 millones). El refugio es una de las peores condiciones en que puede encontrarse un ser humano. Huéspedes en otro país, a menudo indeseados y, en la gran mayoría de los casos, sin reconocimiento oficial, con sus bienes, su casa o su familia perdidos, los refugiados viven en un limbo legal, en los márgenes de las sociedades a las que llegan, muchas veces sin poder trabajar, sin acceso a servicios básicos como la salud y temerosos de regresar a su patria, donde lo dejaron todo.
El caso de los colombianos es patético. Solo en el 2006 11.000 colombianos solicitaron asilo en países vecinos (7.600 de ellos en Ecuador), y la cifra viene aumentando geométricamente desde el año 2000. Se calcula que en Ecuador hay unos 250.000 necesitados de protección internacional, otro tanto en Venezuela, cerca de 11.000 en Panamá y varios miles más en Costa Rica, Brasil y Perú. Ecuador es el único país que tiene una activa política para atenderlos: casi 12.000 colombianos han sido reconocidos como refugiados -un alivio para su situación, y una actitud que poco o nada se reconoce en Colombia- y otros 37.000 están pendientes de sus solicitudes de protección ante las autoridades del vecino país. Venezuela apenas ha reconocido a algo más de 700 y casi 8.000 más esperan la suerte de sus solicitudes.
En total, Acnur calcula que cerca de 550.000 colombianos estarían necesitados de protección internacional, es decir, habrían cruzado una frontera huyendo del conflicto armado interno.
Basta mirar a Ecuador para entender los desafíos de la situación. Allí, decenas de miles de colombianos han llegado a comunidades muy pobres, donde, si no fuese por la política del gobierno ecuatoriano, las obvias tensiones que se crean podrían haber estallado hace tiempo. El flujo creciente de connacionales han llevado a los servicios sociales de la zona fronteriza al límite y supone un reto de colosales proporciones que un gobierno de una nación de 14 millones de habitantes como Ecuador, difícilmente puede atender por su cuenta. Con la ruptura de relaciones y el cruce de acusaciones mutuas entre ambos gobiernos, los 'paganinis' son, con frecuencia, los refugiados colombianos. Es visible en la sociedad ecuatoriana el crecimiento de la xenofobia contra ellos (y un peligro latente en Venezuela, donde la carta 'anticolombiana' puede llegar, en momentos de dificultades internas para Hugo Chávez, a convertirse en un elemento explosivo).
Por todo esto, no deja de ser una aberración que Colombia no se preocupe por estos cientos de miles de compatriotas expulsados por la violencia y que no se vea una política activa del Gobierno para estas víctimas invisibles del conflicto armado.
tomado de :
http://www.eltiempo.com/opinion/forolectores/los-invisibles_4741832-1
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